La aniridia, falta total o parcial del iris, se define como una alteración congénita que afecta al desarrollo del ojo. Se produce por mutaciones en el gen PAX6, gen responsable del desarrollo del ojo, tejido nasal y cerebro. Es una afectación bilateral que además de ausencia del iris también se caracteriza por presentar signos en otras estructuras oculares, como la córnea, el cristalino y la retina. Sus síntomas principales son la fotofobia y la baja AV.
No existe un tratamiento global para la aniridia, se trata cada signo por separado. Las investigaciones actuales van dirigidas en dos sentidos: mejorar la calidad de vida de los pacientes anirídicos con nuevos fármacos y buscar la solución para dicha patología dentro del campo de la genética.
Introducción
La aniridia, descrita por primera vez por Barratta en 1818 como ausencia de iris, se define como una alteración congénita que afecta al desarrollo del ojo.
Es una enfermedad bilateral con una incidencia entre el 1:64.000 y el 1:96.000, que afecta de igual manera a hombres y a mujeres y no prevalece en ninguna raza.
Aunque su signo más característico es la ausencia total o parcial del iris, también se ven afectadas otras estructuras oculares, como la córnea, el cristalino y la retina. A pesar de ser congénita, no es una enfermedad estática, sino que algunos de sus signos se desarrollan en edad adulta, como el glaucoma. Además, esta patología suele ir asociada con alteraciones sistémicas.
Es una enfermedad hereditaria autosómica dominante por mutaciones en el gen PAX6, gen responsable del desarrollo del ojo, cerebro y tejido nasal, el cual se encuentra en el brazo corto del cromosoma 11.5,6
Recientemente se han descubierto 10 nuevas mutaciones en el PAX6 que provocan aniridia.
Las mutaciones en el gen PAX6 también son responsables del Síndrome de Peters.
Alrededor del 80% de los casos se presenta de manera aislada (AN1) sin afectación sistémi- ca. En el resto (AN2) va acompañada de signos sistémicos como el tumor de Wilms (tumor del riñón que se desarrolla en la infancia), retraso mental y afectación genitourinaria. Esta anomalía se conoce como Síndrome de WAGR y se debe a que la mutación en el brazo corto del cromosoma 11 afecta al gen PAX6 y también al gen WT1, responsable del tumor de Wilms.
Cuando la enfermedad no ha sido heredada, alrededor del 15% de los casos, las probabi- lidades de padecer el síndrome de WAGR se multiplican, alcanzando a un tercio de los afectados. Existen casos esporádicos, sólo el 2%, en los que la herencia es autosómica recesiva. Esta afectación se conoce como Síndrome de Gillespie, en el cual, además de aniridia, se produce una ataxia cerebelosa que provoca retraso mental y falta de coordinación. Algunos estudios han demostrado que el gen PAX6 no es el responsable de este síndrome aunque se desconoce la causa que lo provoca.
El signo más característico de la aniridia, del cual proviene su nombre, es la falta total o parcial de iris. Pero la afectación del iris puede ser muy diversa, desde la ausencia total del iris hasta una ligera hipoplasia de su estroma con pupila de apariencia normal. La mayoría de los pacientes presenta iris muy poco desarrollados y prácticamente sin funcionalidad, causando una fotofobia muy importante
Si empezamos la exploración del ojo anirídico desde el polo anterior al posterior, la prime- ra estructura afectada es la película lagrimal. Rivas et al afirma que el 56% de los anirídicos sufre ojo seco severo con un proceso muco- deficiente, según el criterio de ojo seco de Madrid, debido a una deficiencia de células caliciformes conjuntivales. El resto de los anirídicos presenta ojo seco pero de menor grado.9,10
El test de Schirmer y el BUT en pacientes
con aniridia dan resultados anómalos, indicando producción normal. Algunos estudios sugieren valores bajos en el test de Schirmer y poca estabilidad de la película lagrimal por disfunción de las glándulas de Meibomio, aumentando el riesgo de úlceras corneales.
La córnea es la estructura ocular más afectada, excluyendo el iris. Las mutaciones en el PAX6 provocan un desarrollo deficiente de las células Stem –responsable de la proliferación de células epiteliales corneales– en el limbo esclerocorneal y de la migración de las células epiteliales. Así, en los anirídicos, no hay una regeneración correcta del epitelio corneal, cau- sando queratopatías de diverso grado.
Los primeros signos de alteraciones corneales aparecen en los dos primeros años de vida, en los cuales se produce un adelgaza- miento del epitelio y los vasos sanguíneos em- piezan a invadir capas superficiales en la zona inferior y superior de la cornea, terminando por cubrir toda la periferia. Esta alteración se cono- ce como pannus corneal.
La neovascularización corneal avanza irremediablemente hacia el centro de la córnea, aparecen estrías en la membrana de Bowman, manchas de Bitot en la conjuntiva y células epiteliales conjuntivales invaden epitelio corneal. En los grados más severos de insuficiencia de células Stem en el limbo, la córnea se opacifica por completo, impidiendo la visión
Algunos autores relatan la presencia de microcórnea, hipoplasia de la membrana de Bow- man y queratitis ulcerosas en algunos pacientes con aniridia.
Debido a la progresión de la degeneración corneal, la agudeza visual de estos pacientes disminuye hasta llegar a la ceguera.
Pero las alteraciones corneales no son la única causa de pérdida de visión. Diversos estudios calculan que el 75% de los anirídicos padece glaucoma. La mayoría de los casos se presenta en edad ado- lescente, siendo raro en niños o recién nacidos.
La aparición del glaucoma en la segunda década de la vida se debe a un progresivo desplazamiento hacia delante por parte del tejido rudimentario del iris, debido a la contracción de las fibras preexistentes que pasan sobre el ángulo, y que termina tapo- nando la malla trabecular.
Cuando el glaucoma es congénito, el mecanismo que lo provoca es diferente. En este caso no existe invasión del ángulo iridocorneal por parte del tejido rudimentario del iris, sino que durante el desarrollo ocular se forma una capa vascularizada que cubre todo el ángulo, impidiendo el drenaje del humor acuoso
FUENTE:
Gonzalo Carracedo O.D. no 11.344 – Jesús Pintor Doctor en Biología
Assumpta Peral O.D. no 10.149.
Dep. de Óptica II (Optometría y Visión), UCM; Dep. Bioquímica y Biología Molecular IV, UCM
Dep. de Óptica II (Optometría y Visión), UCM
Artículo reproducido con autorización de la revista española Gaceta Óptica