Nació con un glaucoma congénito que le hizo perder la visión, pero que no le impidió hacer historia. «Cuando me subí ciego a una tabla de surf sentí una ilusión de la leche», explica.
«Me tengo que mantener físicamente fuerte a través del surf, porque si algún día vuelvo a ver, voy a ponerme a correr tipo Forrest Gump y no voy a parar»
Entrar al agua y remar tumbado en la tabla. Poner la vista al frente para detectar las mejores olas. Lanzarse a por una y cabalgarla para disfrutar del surf. Estas tres acciones, complicadas de por sí para cualquier persona, son las que lleva haciendo toda su vida Aitor Francesena (Zarautz, 1970), primero escapando de la ceguera y después afrontándola sobre una tabla de surf, lo que siempre le ha hecho «feliz».
Cuatro años después de perder la vista por completo, ‘Gallo’ (así se le conoce en su pueblo), se ha proclamado campeón del mundo de surf adaptado. La primera vez en la historia que alguien lo consigue, y todo con el lema ‘querer es poder’ como filosofía de vida, y es que como explica Aitor , «si peleas con ilusión y ganas lo que quieres, se puede conseguir todo en esta vida».
La vida de Aitor Francesena no ha sido nada fácil. Nació con un glaucoma congénito con el que sabía que iba a perder la visión por completo tarde o temprano.
«Es una de las enfermedades del ojo que todavía no se cura el 100%. Te lo pueden mantener con gotas y operaciones pero no se puede curar. Lo viví con mucha angustia, pero siempre pensando en guardar todos los recuerdos y en disfrutar al máximo del tiempo que podría ver», explica.
Con el objetivo de atrasar al máximo la ceguera, Aitor se sometió a innumerables operaciones, pero terminó perdiendo la visión en su ojo derecho con 14 años, supuestamente porque le había entrado arena y se le infectó.
Por aquel entonces ‘Gallo’ ya había conocido su pasión, el surf. En casa, sus padres se lo tenían terminantemente prohibido por los riesgos de perder la vista. «En ese aspecto siempre he pasado de todo. Me dejaban patinar pero no surfear. Al final toda mi familia se ha metido en el mundo del surf. De hecho, mi padre acabó estableciendo los horarios de las comidas familiares diciendo que ‘la que manda es la marea'», señala Aitor entre risas.
Cuando me subí totalmente ciego a una tabla de surf sentí una ilusión de la leche»
Siguiendo lo que le decía el corazón, Aitor se convirtió en uno de los fundadores de la primera escuela de surf del país, llegando a ser seleccionador nacional y entrenador de estrellas de este deporte como Aritz Aranburu, Eneko Acero y Asier Muniain.
La carrera contra el reloj toca a su fin
Sin embargo, la «carrera contra el reloj» (así define su cuenta atrás hacia la ceguera) finalizó en 2012. Un golpe duro que no hundió en ningún momento a Aitor.
Mientras surfeaba se cayó de la tabla y una ola le destrozó el ojo izquierdo, el único por el que veía. Aitor había sido sometido a una operación recientemente ya que el glaucoma había afectado a la córnea del ojo, y necesitaba un transplante.
«Como a perro flaco todos son pulgas, al final voy y me fastidió el ojo yo. Cuatro o cinco años antes de quedarme ciego ya veía muy poco», indica.
La carrera contra el reloj dio paso a una carrera para aprender a surfear casi desde cero. La vista ya no estaba, y Aitor tiró de los otros sentidos para volver a subirse a una tabla tres meses después del accidente.
«Cuando me volví a subir a una tabla por primera vez sentí una ilusión de la leche, increíble. Pensar que no lo vas a hacer y de repente lo puedes hacer. Por mucho que te lo explique es todavía más impresionante», cuenta emocionado.
Cuando te quitan un sentido no te das ni cuenta porque el resto cogen mucha más fuerza»
«Cogí una ola tumbado y vi que se podía hacer. Al siguiente día, aun con la prohibición de entrar al agua, me puse de pie. Ahí dije ‘sí, se puede’ y ya no paré de coger olas. Si estar ciego lo llevo bien, el surf me ayuda a llevar todavía mejor la ceguera», relata.
Desde ese día Aitor Francesena empezó el aprendizaje desde las tablas simples hasta las más complicadas, contando con la ayuda de personas del pueblo, que siempre están ahí para lo que necesite. «Cada día lo hago mejor y todavía creo que se puede mejorar», afirma.
Privado de la vista, el surfista de Zarautz se apoyó en el resto de sentidos, haciendo hincapié en que lo más importante es sin duda la cabeza.
«La que manda es la cabeza. Cuando te quitan un sentido ni te das cuenta ni le das importancia porque el resto cogen mucha más fuerza.
Antes no utilizaba el oído ni el tacto ni un 10% de cómo los utilizo ahora. En mi caso, y creo que también en el del resto de personas ciegas, hay días en los que no me doy cuenta de que estoy ciego», asegura.
De entrenarse solo a ser campeón del mundo
Lo recomendable para un surfista ciego es tener ayuda de alguien a la hora de adentrarse en el mar, pero ‘Gallo’ ha ido más allá, entrenando solo en la playa de Zarautz.
«En verano hay mucha gente por el día en Zarautz así que a veces surfeo por la noche en la playa. Dejo pasar una ola. Esa ola me da todos los datos que necesito y me preparo para la siguiente. Hay veces que acierto y otras que fallo», explica.
La fuerza de voluntad para hacer una vida normal ha sido clave en los éxitos de Aitor. «Al final he puesto mucho más que otras personas. Existen otros surfistas ciegos en el mundo pero siempre surfean ayudados, yo he puesto de mi parte para intentar ser autosuficiente», afirma.
Que mi hija me acompañe surfeando es lo más grande que me ha pasado en la vida»
En en el surf español y concretamente en Zarautz es toda una institución. Aitor Francesena recibió el mote de ‘Gallo’ con 8 años, cuando como él mismo cuenta entre risas, tenía que pasar por un barrio lleno de ‘punkies’, y una vez le pusieron el cuchillo en el cuello y le dijeron que ‘cantase como la gallina’, lo hizo y ‘Gallo’ permaneció.
Desde entonces se ha ido superando a sí mismo tanto sobre las olas como fuera de ellas y pudo ver crecer a su hija Uxue, que ahora tiene 13 años.
«Ella no tiene todavía muy claro todavía si le llena de verdad el surf pero para un padre, que me acompañe en las olas es lo más grande», afirma.
Si algún día vuelvo a ver me voy a poner a correr como Forrest Gump y no voy a parar»
Ahora como campeón del mundo se surf adaptado sabe (nunca lo dudó) que su elección por este deporte ha merecido la pena, primero entrenando a otra gente, y ahora proclamándose campeón él mismo.
Tras su título recibió homenajes en su pueblo y en el estadio de Anoeta, donde hizo el saque de honor antes del Real Sociedad-Villarreal, algo que «nunca olvidará» este deportista ejemplar que se apoya en el surf para todo.
«Si algo siempre he pensado es que me tengo que mantener físicamente fuerte, porque si algún día vuelvo a ver voy a ponerme a correr tipo Forrest Gump y no voy a parar. La manera de mantenerme físicamente como un titán es el surf». Le tomamos la palabra.
Tras su título recibió homenajes en su pueblo y en el estadio de Anoeta, donde hizo el saque de honor antes del Real Sociedad-Villarreal, algo que «nunca olvidará» este deportista ejemplar que se apoya en el surf para todo.
«Si algo siempre he pensado es que me tengo que mantener físicamente fuerte, porque si algún día vuelvo a ver voy a ponerme a correr tipo Forrest Gump y no voy a parar. La manera de mantenerme físicamente como un titán es el surf». Le tomamos la palabra.
FUENTE: LA INFORMACIÓN ©DIEGO MARIÑO
FEU